MORELLI: UN ESCRITOR DE OTROS LADOS

Por Mariana L. Torres *
(Buenos Aires, Argentina. OM)

Portada de RayuelaDesde al publicación de Rayuela en 1963, esta novela y su autor, Julio Cortázar, han sido objeto de innumerables alusiones, estudios y críticas. Mencionar a la Maga y a Horacio Oliveira alcanza para evocar a los personajes más recordados por sus lectores. Pero ¿qué sucede con Morelli? Morelli es un escritor que se plantea en el libro ciertas dudas 'literatofilosóficas' que se relacionan directamente con las inquietudes del mismo Cortázar. Esta relación de empatía no basta para definir o entender a este personaje ficticio como lo que es: un engranaje de la maquinaria textual.

Más allá de lo que ya conocemos existen otras tres estrellitas (que equivalen a la palabra fin como las del capítulo 56) que nos separan de lo obvio, de lo que ya tanto se ha escrito y se reitera hasta el cansancio. Parece no ser posible abarcar un nuevo espacio dentro de una novela que ha permitido el análisis de tantos semas, que ha sido objeto de innumerables observaciones dada su novedosa y compleja apariencia.

La novela moderna se inaugura con la aparición de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha (Cervantes, 1604). En este libro, más precisamente en el capítulo 47 ('El cura y el canónigo'), el autor expresa su teoría literaria a través de la voz del personaje del canónigo. Este interlocutor es crítico de las tradicionales historias de caballerías. El mismo personaje propone una nueva literatura basada en la verosimilitud de las anécdotas. El cura, contrapunto del diálogo, agrega y completa el postulado sumando al realismo el humor.

Al leer Rayuela, se sabe que se está frente a la obra que revolucionó la novela moderna. ¿Cómo y por qué la revoluciona? Julio Cortázar, escribió en París una carta fechada el 27 de junio de 1959. Dirigida al ingeniero Jean Bernabé, reza: "Lo que estoy escribiendo ahora será (si lo termino alguna vez) algo así como una antinovela, la tentativa de romper los moldes en que se petrifica el género. Yo creo que la novela 'psicologista' 1 ha llegado a su término, y que si hemos de seguir escribiendo cosas que valgan la pena, hay que arrancar en otra dirección". El otro rumbo que Cortázar toma tiende a quebrar la linealidad del texto, objetivo primeramente logrado por el desorden de sus capítulos. El laberíntico itinerario a través de sus páginas parece responder unívocamente a lo que plantea el poeta francés Henri Michaux en el prefacio para Lectura de Litografías de Zao Wu-Ki (1950). El surrealista dice: "Los libros son aburridos de leer. No hay libre circulación. Se le ruega a uno que siga. El camino está trazado, de vía única".

El camino cortazariano libera al lector a través de la decisión. Ante todos y cada uno de los libros con los que nos topamos en nuestra vida nos vemos obligados a decidir si hemos de leer o no (sopesa el ancho del volumen y las referencias que tengamos del autor). Pero en el caso de Rayuela también se debe elegir el orden de lectura: el tradicional, el alternativo o para los más osados: el propio. Dividida en tres núcleos, 'Del lado de allá', 'Del lado de acá' y 'De otros lados (Capítulos prescindibles)', la novela se presenta como un todo disímil, donde cohabitan los capítulos narrativos, las citas, noticias periodísticas y reflexiones. Es importante destacar que no existe relación alguna entre la acción dramática y muchos capítulos 'prescindibles' que según propias palabras de Cortázar "sacan al lector de una situación emotiva [...] simplemente para lavarle la cara. Esa es la intención. Decirle: "no te dejes llevar por tantas emociones"" (Revelaciones de un Cronopio González Bermejo -1979: 84,85)

Hasta ahora nada se dijo de Morelli que habita en la segunda y eludible parte. ¿Por qué este personaje se ubica del otro lado? ¿Cuál es el propósito de Morelli dentro de la novela?

Cortázar sabe que Morelli molesta; por delicadeza sitúa las morellianas en los "capítulos prescindibles". Ese otro escritor estorba en la historia de la Maga, no le aporta nada; distrae a Horacio, le roba la oportunidad de ir por las calles de París y toparse con muchas más Berthes y miles de clochards. Pero Morelli no es una ficha más en el tablero. Es árbitro, es director técnico, es quien despliega el juego desde las consignas literarias que expresa el personaje. Él le habla a los seguidores que no tiene, a si mismo y a quienes en ese preciso instante leen la obra del argentino. El escritor ficcionado interactúa con los lectores reales dándoles a conocer cuales son las reglas que deben seguir aquellos lectores activos o 'machos' que Cortázar necesita. Sólo así se cumple la idea acabada y el efecto que este autor persiguió.

Al igual que el canónigo de Cervantes, el Morelli de Julio Cortázar muestra la iniciativa del novelista vinculada con las inquietudes respecto de su propia obra y de todo el sistema literario predominante para su época. En esta comparación cabe destacar que del canónigo o del cura, poco se habla al recordar la formidable obra del manco de Lepanto, sin embargo, en cuanto uno indaga Rayuela y menciona a Morelli, este último es ineludiblemente emparentado con su creador. Cortázar jamás ha negado que sus vacilaciones y postulados no sean los mismo que los del escritor atropellado, pero a través del tiempo esto le ha restado fuerza a la creación y esa falta se ha reemplazado por algo más poderoso y real, el propio hombre de carne y hueso: Julio F. Cortázar. Lo paratextual se entremezcla con el recurso literario y esta amalgama se produce en sentido doble. En otro volumen de Cortázar, puntualmente en el prólogo de 62/ Modelo para armar 62-Modelo para armar (1968)(1968) él asume "las intenciones esbozadas un día en los párrafos finales del capítulo de Rayuela, que explica el título de este libro y quizás se realizan en su curso" dejando claro que el hombre se asocia al personaje. En tendencia opuesta, encontramos en una carta íntima de Cortazar a su amigo Francisco 'Paco' Porrúa donde le contesta agradeciéndole sus consideraciones sobre el aún no editado Rayuela: "Esas palabras que empleás, "un enorme embudo", "el agujero negro de un enorme embudo", eso es exactamente Rayuela, es lo que he vivido todos estos años y he querido tratar de decir ?con el terrible problema de que apenas esas cosas se dicen, salta el malentendido, todo el horror del leguaje ("las perras negras" -las palabras-) que preocupa a Morelli." 3 Aquí se puede apreciar la disociación y coexistencia de ambos escritores (el ficticio y el auténtico).

Desde el dolor, la muerte y la incomprensión Morelli habla al texto del lado de allá y al de acá, deshipnotizando al seguidor de la trama. Su discurso da aire para que la emoción regrese con más fuerza cada vez que es interrumpida. Morelli le respira a Rayuela dentro como las bacterias al queso Gruyère. Crece dentro del texto planteándose cuestiones ajenas al él. Cortazar equilibra la balanza al adjetivarlo pedante, inconformista, bruto, incoherente, anacrónico, pesimista, incluso tonto, forma poco sutil pero efectiva para mantener al personaje controlado.

Es habitual que muchos escritores se incluyan como personajes dentro de sus propias obras. Por citar un ejemplo sucinto, encontramos a Borges llamando a su personaje Beatriz Viterbo, "- (...) Beatriz perdida para siempre, soy yo, soy Borges" dentro del cuento 'El Aleph' (El Aleph - 1957) ¿Cuál es el sentido de ser Morelli y no Cortázar dentro del texto? La explicación tiene que ver con otro autor. Morelli utilizó un pseudónimo para publicar cierta obra que proponía un nuevo método que escandalizó a sus coetáneos. De quien hablamos ahora, no es el personaje ni Cortázar, es Giovanni Morelli, autor de una serie de artículos publicados entre 1874 y 1876 en la Zeitschrift für bildende Kunst sobre pintura italiana. Curiosamente, estas notas, firmadas por Iván Lermolieff y traducidas al alemán por Johannes Schwarze, presentaban una metodología que permitiría atribuir correctamente la autoría de las obras pictóricas apócrifas o sin firma. Tanto Lermolief como Schwarze fueron invenciones de Giovanni Morelli, que disimulado tras esos apellidos, esbozó una sistematización que generó controversia entre los historiadores del arte. El "método morelliano", como es comúnmente conocido dentro de esa disciplina, consiste en "distinguir los originales de las copias. Para ello, según sostenía Morelli, no hay que basarse como se hace habitualmente, en las características más evidentes, y por eso mismo más fácilmente imitables, de los cuadros: los ojos alzados al cielo de los personajes de Perugino, la sonrisa de los de Leonardo, y así por el estilo. Por el contrario, se debe examinar los detalles menos trascendentes (...): los lóbulos de las orejas, las uñas, la forma de los dedos de manos y pies. De este modo Morelli descubrió y catalogó escrupulosamente, la forma de la oreja característica de Botticcelli, de Cosmé Tura y demás" según dice Carlo Guinzburg en su libro Mitos, emblemas e indicios - Morfología e historia (1994: 139).

Este método toma al arte pictórico desde un lugar de extrañamiento, desacralizándolo. Una forma análoga de lo que hace Cortázar con la novela a través de su personaje. Por eso la coincidencia no reside únicamente en el anafórico nombre, ni en el paralelismo al presentarse bajo otras máscaras para postular sus pensamientos. La proposición del Morelli real, fue criticada por arrogante, mecanista y positivista dentro su esfera. El Morelli ficticio contemplaba la posibilidad de una académica reprobación de sus ideas. Mejor dicho, Cortázar contemplaba esa posibilidad y quizás por ello en la batalla con los críticos literarios envío como primera fila de ataque al personaje, mientras él esperaba como refuerzo para la segunda embestida. Tanto Giovanni Morelli como Julio Cortázar supieron utilizar a sus Schwarze y Morelli respectivamente, como escudos iniciales para disparar con munición gruesa: ideas innovadoras de alto calibre.

Mucho de lo escrito sobre Rayuela nos ha alcanzado una visión que contempla a Morelli como alter ego de Cortázar. Pero la recurrencia de esta sentencia es una invitación a pensar más allá de sí misma. No alcanza lo ya dicho para poder aprehender de este autor maravilloso su capacidad de cuestionar y cuestionarse. Desde sus libros y entrevistas él nos alienta cada día a explorar sus textos y todos los demás. Atreverse a interpelar a este personaje es la primera consecuencia que tendríamos que haber logrado quienes fuimos movidos por la filosofía cortazariana de Rayuela. El provecho será encontrar un acompañante en Morelli, este personaje que tiene la fortaleza para trascender la obra y guiarnos en el camino de la nueva lectura, esa que conlleva un compromiso mayor por parte de los lectores.

Referencias bibliográficas:


CORTÁZAR, JULIO (2004). Rayuela. Suma de Letras. Buenos Aires
CERVANTES, MIGUEL DE (2004). Don Quijote de la Mancha. Ed. del V centenario Alfaguara.
CORTÁZAR, JULIO (2004). Palabras de Autor. 1ª ed. Alfaguara. Buenos Aires.
WU-KI, ZAO (1950). Lectura de Litografías. Ed. Euros.
GONZÁLEZ BERMEJO, ERNESTO (1979). Revelaciones de un Cronopio. EDHASA. España.
CORTÁZAR, JULIO (2004). 62/ Modelo para armar. Ed. Alfaguara. Buenos Aires.
BORGES, JORGE LUIS (1957). EL Aleph. Editorial Planeta. Barcelona
GINZBURG, CARLO (1994). Mitos, emblemas e indicios: morfología e historia Ed. Gedisa. Barcelona
OBERTI, LILIANA (2002). Géneros Literarios - Composición, estilo y contexto. Longseller. Buenos Aires.

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Notas:

* Mariana L. Torres (Argentina - 1976). Estudiante de la licenciatura en Comunicación Social con orientación en Comunicación y cultura de la Universidad Nacional de Quilmes. Interesada en el arte contemporáneo como manifestación comunicacional y cultural, particularmente en la literatura, sus representaciones e influencias en el comportamiento social.

1 El entrecomillado es del autor.

2 El destacado y entrecomillado es del autor.



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15 de marzo de 2006

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